~ Tambien existen las mujeres que:

 

 

No leen poesía, las que no compran libros, las que toman café de olla, las que no saben quien es Bukowsky ni Sabines.

Son ese tipo de mujeres que trabajan fuera y dentro de casa veinte horas y aún les sobra tiempo para soñar.

Otras más laboran en fondas, oficinas, fábricas o talleres, lavando, limpiando, ordenando, etc. y no usan bolsas de marca, usan bolsas de plástico morrales o mochilas.

Son aquellas que no usan internet sino treinta pesos de recarga para estar al pendiente de sus familias, de sus hijos. Las de mala ortografía. Las de fiestas patronales en lugar de centros comerciales o cenas de gala.

Existen mujeres «sin doctorados» pero más sabias e inteligentes; con sentido común, nobles, ecuánimes, mujeres de buen sazón.

Existen las que no son abogadas, arquitectas, médicas.

Las que no se maquillan ni necesitan prendas costosas o zapatillas para sentirse mujer. Las menos agraciadas por los estereotipos de moda y belleza racial.

Mujeres valientes, mujeres de una sola pieza, que no se rompen, que no se agrietan, que no se quiebran. Mujeres fuertes.

Son aquellas que ves vendiendo frutas en mercados o debajo de los puentes, en parques, kioskos y avenidas; las que no saben aún de tecnología ni hablan inglés. Pero saben dar los buenos días, buenas tardes, dicen con permiso, gracias y por favor; siempre con una sonrisa.

Son felices ayudando al prójimo, mujeres con las que platicas diez minutos y te cambian la percepción de la vida.

Mujeres, como la madre tierra, fértiles, calladas, sabias, protectoras, fuertes. Mujeres de buena madera.

En cada mujer de estas habita el amor, la comprensión, la sabiduría, la fortaleza y el respeto de un linaje que se niega a morir.

Mujeres de hierro… No de cristal.

 

*Dharius Vidal

 

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