~ De visita en la casa de mi madre

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Llegar a la que fue la casa de mi madre, siempre ha sido un momento difícil para mí. Aún recuerdo con nostalgia cómo cuidaba ella de su jardín que fue su única pasión. Ella cuidaba de sus plantas como si cuidara de sus hijos… Su jardín siempre fue para ella el lugar preferido de la casa!
Podía vérsele siempre regando sus pasto y manteniéndolo verde, podándolo regularmente y quitándole la mala hierba. Cuidaba con esmero de sus macetas con diferentes flores, las cuales le daban a ese jardín un aspecto colorido y lleno de diferentes aromas… entre ellos recuerdo, el olor de los heliotropos, las rosas, las violetas y la pomarrosa entre otras plantas. Tenía sembrados varios árboles entre ellos: naranjos, limones, un jícaro, palmeras y un mango. En macetas mas pequeñas tenía diferentes plantas con diferentes estilos y formas, inclusive muchas que eran hierbas de olor como la hierbabuena, el orégano o el epazote que usaba para guisar.

Ahora que ella ya no está, llego a visitar esa casa para hacer limpieza y mantenerla viva… mi esposa se pone a guisar frijoles y hacer café… tratando de mantener esa casa con los olores a los que estábamos acostumbrados cuando mamá vivía, mientras tanto, yo trato de hacer limpieza tanto dentro como fuera en su jardín, para que no se pierda la belleza de ese lugar tan hermoso en el que crecimos y en el que vivimos tantos momentos felices! Y es que su recuerdo viene a cada momento, a la hora de la comida, cuando se esmeraba en cada tortilla caliente o en cada vaso de agua fresca, por la tarde al caer el sol que era el momento en que se sentaba en su sillón que se encuentra aún en el corredor, dónde se ponía a cantar alguna canción mientras tejía.
Por eso trato de mantener esa casa como el último vestigio de los recuerdos de mi niñez y de mi madre… prefiero estar ahí y mantener vivas esas flores que servirán como un regalo a su recuerdo… prefiero estar ahí y pensar en ella y rezar por ella y prefiero mantener limpio ese lugar, que tener que visitar un triste cementerio o una fría tumba a la cual llevar unas flores que a los tres días estarán marchitas… ¡No! prefiero recordar así a mi madre… ¡A mi manera!

La visita ha terminado… cierro con llave la puerta para dejar totalmente cerrada la casa y atravieso aquel jardín para llegar a mi automóvil donde ya me espera mi esposa… y cuando estoy a punto de subir… volteo por última vez para despedirme de aquel lugar… y me parece ver allá en el corredor… a mi madre sonriéndome y despidiéndose de mí, agitando su mano levemente… y es que me gusta pensar que ella está ahí… que su espíritu sigue alimentando aquel lugar en el cual fue tan feliz y que si quisiera ser visitada para acompañarla por algún momento en su recuerdo y en su espíritu, creo que no habría un mejor lugar que este en el que fue tan feliz y dónde dejó toda su esencia impregnada en cada rincón… en cada maceta… ¡en mi corazón!

 

*Víctor M Lara

Letras del Alma

 

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~ Los bolillos que me mandaba a comprar mi madre

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Aquel local vetusto apenas iluminado, daba más la impresión de ser un taller que una panadería, las paredes «pelonas» y llenas de tizne lo hacían parecer aún más antiguo de lo que era… al frente, un mostrador de madera rústica, detrás una mesa de trabajo donde amasaban la masa y hasta el fondo el enorme ¡horno de piedra!

Yo era muy niño entonces y todo aquello me parecía algo digno de admirar… observar como amasaban aquella elástica masa a la cual de una manera tan rápida cortaban en pequeñas porciones, las cuales eran colocadas a todo lo largo de unas muy largas paletas de madera en donde con maestría se les hacía un pequeño corte y eran introducidas al horno que al ser abierto se podía sentir lo caliente que estaba… Y ya una vez introducida aquella paleta, con un suave y rápido movimiento, de un pequeño brinco dejaban caer al mismo tiempo todas aquellas porciones de masa que en cuestión de minutos se convertirían en dorados y crujientes ¡bolillos!

Los más desesperados se llevaban los bolillos que ya había en la enorme canasta de mimbre tapada con un mantel de tela, pero yo no… yo esperaba a que salieran aquellos deliciosos bolillos recién hechos aún humeantes del horno. Tenía que llevar aquella bolsa de papel con cuidado de no quemarme mientras de igual manera me iba comiendo un bolillo por todo el camino de regreso a casa… donde mi madre los prepararía con mantequilla, con queso y miel o para hacernos alguna torta de huevo, jamón o ¡sardina!

Sin importar si eran para acompañar algún caldo de pescado o mondongo, o para acompañar el mole o los frijoles, yo sólo recuerdo que siendo un pan tan sencillo y barato, era tan delicioso que así sólo, acompañado de café negro, era mi desayuno favorito durante mi precaria niñez que sin embargo, recuerdo con nostalgia, como hoy que viene a mi mente, aquellos crujientes bolillos artesanales ¡que me mandaba a comprar mi madre!

 

*Víctor M Lara

Letras del Alma

 

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~ Me honra ser tu hijo

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Aún la recuerdo ahí, frente a la máquina de coser, con su rostro cansado pero en su mirada la determinación de saber que tenía una enorme responsabilidad que cumplir… es el recuerdo que viene a mi memoria ahora que ya no está, ahora que realmente comprendo el gran sacrificio que hizo por mi y mis hermanos!

Nos quedamos sin papá aún siendo muy pequeños y mi madre no tuvo ni siquiera la oportunidad de llevar su duelo, el peso de la responsabilidad le cayó de la noche a la mañana y así, sin tener tiempo de lamentarse se sobrepuso a todo!

Nunca la vi llorar, pocas veces la vi quejarse, pero nunca nada nos faltó. Ahora sé que no sabía coser a máquina, pero sola aprendió, descosía camisas y pantalones y las piezas las usaba para trazar nuevas prendas, así nos confeccionó los uniformes escolares y hasta las mochilas que a manera de morral usábamos para llevar los libros.

Lo hacía tan bien que más de una vecina le encargó la confección de ropa de todo tipo y así, sin más, se fue abriendo paso a paso un ingreso que entre tandas y estrecheces hacía rendir hasta poder darnos una carrera a cada uno! Y ahora que ya no puedo verla para decirle lo mucho que la admiro, lo mucho que me honra ser su hijo, sólo puedo, con los ojos nublados por las lágrimas, escribir esta pocas líneas que me me vienen a la mente, que me nacen del corazón… del alma misma!

Un enorme abrazo allá donde tu estés madrecita!

 

*Víctor M Lara

Letras del Alma

 

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~ No me he ido

Mami velero

 

 

Cerca, bien cerca.
Estoy… en algún lugar estoy.
No puedes tocarme así como no se puede tocar el amor…

pero si puedes sentirlo.

No. No estoy entre la tierra.
Estoy en la sonrisa de tu recuerdo.
Estoy en el silencio de tu suspiro.
Estoy en la carita de quien ha nacido.

¿Escuchas el eco que se produce cuando ríes?
Esa soy yo.
Estoy, créeme que estoy.
No tan lejos. No me busques tan lejos.
Estoy cerca, bien cerca, a tu lado.

Te sostengo cada vez que quieres caer.
Te acaricio cada vez que comienza a doler.
Yo sé que me sientes, yo te conozco, yo te veo.

No es locura. Estoy aquí. Cerca, bien cerca.

No se puede separar lo que se ata en el corazón.

No se puede matar un sentimiento. Solo muere quien es olvidado.
Te cuido, te protejo, te acompaño. No te he dejado…

tan sólo me adelanté un poco en el paso…

Y volveremos a estar juntas.
Cuándo nos reencontraremos, sólo Dios lo sabe.

Mientras tanto estaré aquí, a tu lado.
Cerca, bien cerca… hasta el último día de tu viaje…

Te extraño mucho, mami.

 

*Lic. Daiana Odaia Slipak

 

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~ Letras perdidas

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Hace mucho tiempo,

una mujer quiso escribir poesía,

y no lo hizo

o tal vez sí,

no lo sabemos.

En esa época donde

siempre era de noche,

había mujeres soñando las estrellas

anhelando la vida de otros,

a escondidas,

sigilosas

con miedo.

Porque el mundo no era para ellas,

el destino era otro,

era materno,

estaba lejano

siempre enterrado en la tierra como

semillas de flores que no germinan nunca.

A veces, a mitad de una clase de Biología,

pienso en ellas como pienso en la historia de mi abuela.

Ella hubiera sido botánica, lo sé

había un jardín de bugambilias en sus ojos,

hablaba en el idioma de la lluvia,

hablaba en el idioma de las nubes con tristeza

y me decía:

-Enséñame a escribir, mi niña, para enseñarle a los muertos

Aunque lo último que sepa sea leer mi nombre en una tumba.

Enséñame lo que aprendes en la escuela.

A mí también me hubiera gustado escribir poesía.

 

*Mariel Damián

 

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~ A mi madre ausente

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Tal vez sobren las palabras…
Madre, tu recuerdo aún está en mi mente,
y sabré evocarte cada día que pasa,
sé que aunque no te sienta, estás junto a mi…
tal vez ya no derrame lagrimas por tu ausencia,
pero nunca podrá faltarme el inmenso amor,
que por ti siento… madre mía.

Tú, que me enseñaste la luz de tus ojos…
me enseñaste a respirar y hasta llorar,
que acariciaste mi cuerpo con tu vientre
y me mimaste con tus besos y caricias,
tú preparaste mis alas y me enseñaste a volar,
para ver la vida más allá de la mirada,
pude caminar paso a paso con tu alma,
me enseñaste a reír y buscar la felicidad,
pero también a llorar con el dolor ajeno…
me enseñaste a caminar por abrojos y senderos,
a dar consuelo ante la adversidad y angustia,
por eso soy feliz con lo que aprendí de ti,
aprendí que el amor es algo más que una caricia,
más que un deseo o más que un simple beso,
me enseñaste que hay que sufrir para amar,
porque sufriendo se siente el verdadero amor.

Te doy las gracias Madre, porque el dar amor,
tú me lo inculcaste, tú me lo enseñaste,
que el amor verdadero es el que se entrega,
sin esperar nada a cambio,
porque te amé , madre mía,
desde ese mundo que había en tu vientre
y que me alimentabas con tu propia fuente,
reías feliz cuando yo me movía,
te aprendí que la compasión es la voz
del alma en su nobleza y la voluntad
es el camino para cumplir los sueños,
fueron tus ojos los primeros que yo vi,
tus manos las primeras que sentí,
me diste el primer regaño
y me obsequiaste lo mejor: la vida…

a ti…
te digo madre mía…
No hay dolor que no soporte,
si tú desde ese más allá, estás conmigo
y a Dios le doy gracias,
por haberme permitido en esta vida,
a tener la mejor mamá del mundo
y que hoy solo la recuerdo con alegría…
Gracias Madre, estés donde estés,
fuiste lo mejor que tuve…

 

*Jaime Reyes Gálvez

 

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~ Poema para una madre

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Como puesta de Sol, son tus quereres
que así me cubren como grandes, alas
tus ojos dos estrellas, donde guarda
el infinito de tu amor excelso.

Es tu sonrisa, ¡Si! como cascada
vertientes tiene. Sueños y esperanzas.
Caminas despacio ¡ Así! sin medidas
en el paso silente de los años.

Cara de niña buena arrugadita
cabello de bucles como nevado
corona de amor filial, que te cubre
eres tu, mi Madre lo mas amado.

Eres tu, mi ángel aquí en esta tierra
báculo, fuerza para sostenerme
preciosa Joya, que ami me proteges.

 

*Martha Lucia Jimenez T.

 

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~ Me robas las emociones

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Me robas las emociones, me quitas el respirar. Eres dueña del mundo, de las estrellas y el inmenso mar.

No hay poder en lo absoluto que supere tu voluntad, tus ganas, tu fortaleza es algo muy singular.

Desde siempre te has regido por el poder de la justicia. Eres tú quien no posee un solo gramo de avaricia.

Con tu personalidad de gran Señora, princesa, dama o doncella. No importan los calificativos, eres una en toda y en todas bella.

Regalarme una mirada seria un buen detalle del cielo, pues mirar tus lindos ojos, esos ojos por Dios que son bellos.

Ahora que estás dispuesta a reposar de tu gran día, no te olvides mujer hermosa. A ti, te escribo con alegría.

 

*Profr. Felipe Cancino Castro

La Poesía de mi Padre

 

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~ Entonces subiste…

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Entonces subiste a lo más alto, para dar fe de tu grandeza. Observaste el mundo a tus pies, con humildad y con nobleza.

Conservas en tu memoria los senderos recorridos, aquellas manos estrechadas, y en tu corazón los grandes amigos.

Tuviste cada día, ríos y cascadas de problemas, los enfrentaste firmemente, y de cada uno hiciste un poema.

En tu memoria renacieron aquellas lenguas que te señalaron, revisaste tus pisadas y felizmente viste jamás te desgastaron.

El camino siempre fue desfavorable, complicado y con pendientes, pero nunca te rendiste porque eres una mujer valiente.

Ahora que estás en lo más alto, agradeces por tu familia, por todos esos momentos de dolor y de alegría.

Entonces subiste a lo más alto y cerraste los ojos convencida, por tener la oportunidad de vivir agradecida.

Por tu rostro rodó una lágrima, y renacieron esos recuerdos, que te llenaron de energía, y hoy te permiten admirar el cielo.

Entonces subiste a lo más alto, y realizaste una oración, te paraste firmemente y continúas viendo de frente hacia el sol.

 

*Profr. Felipe Cancino Castro

La Poesía de mi Padre

 

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~ Ya era muy viejecita

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Ya era muy viejecita… Y un año y otro año
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,
sola como una hermana mayor en su jardín.

Se fue quedando sola con los brazos abiertos,
que es como crucifican los hijos que se van,
con su suave manera de cruzar los cubiertos,
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.

Déjenme recordarla con su vals en el piano,
como yéndose un poco con lo que se le fue;
y con qué pesadumbre se mira la mano
cuando le tintineaba su taza de café.

Se fue quedando sola, sola… sola en su mesa,
en su casita blanca y en su lento sillón;
y si alguien no conoce que soledad es esa,
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.

Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,
en aquel «hasta pronto» que fue un adiós final,
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,
dos mariposas tristes volando en su portal.

Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:
Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,
ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.

 

*José Ángel Buesa

 

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